En el marco de las actividades culturales-históricas que viene llevando adelante el Partido Nacional en Soriano, destacando las figuras de esta fracción política, se cumplió ayer con una de estas charlas que en la oportunidad estuvo referida a Aparicio Saravia.
La misma se denominó “Aparicio Saravia: el estanciero, el general, el caudillo”, siendo el disertante el historiador Efraín Cano. Al respecto dijo que “la disertación tiene como principal objetivo, recordar y aprender una etapa histórica de nuestro país que resulta fundamental. Una etapa que comprende los años finales del siglo XIX y los primeros años del siglo XX. Años de transición donde Uruguay fue escenario de fuertes y violentas luchas para conseguir una mejor democracia y reglas de juego limpias y justas.
Hablar sobre Aparicio Saravia es hablar sobre dichos años, sobre batallas, revoluciones, sangre y defensa de determinados ideales.
Pocos hombres han podido trascender los límites ideológicos de un partido político para colocarse en el panteón de héroes nacionales, este es el caso de Aparicio Saravia. Un personaje emblemático, repleto de historias, un sujeto que logró combinar distintos roles, como ser estanciero, caudillo y líder. Su ser despertaba simpatía y abnegación en los miles de paisanos e intelectuales que lo seguían. Pero, ¿Por qué? ¿Qué hizo para lograr semejante apego y fidelidad? Fundamentalmente por la defensa de sus ideales y sus enfrentamientos bélicos con el gobierno colorado de turno.
Su participación en las revoluciones de 1897 y 1904 le catapultaron hacia el liderazgo del partido blanco. Si bien es cierto que ya era conocido por antiguas luchas, principalmente en la Revolución Federalista riograndense, es entre estos años que se posiciona como el líder máximo del paisanaje blanco.
Ahora bien, el partido colorado había estado en la presidencia durante decenas de años y construido una serie de estratagemas inconstitucionales para mantenerse en la misma, como la compra de votos, el saqueo de urnas y el ejercicio de presión sobre los jefes políticos para conducir por buen camino la votación. La lucha de Saravia radicaba en obtener mejores condiciones electorales, representación proporcional y coparticipación de ambos partidos. Cuando José Batlle y Ordoñez asume el mando en 1903 dos visiones de País se enfrentan.
La visión del presidente colorado era construir un Uruguay unido, fuerte y centralizado para poder pegar el ‘’salto’’ a la industrialización y al mundo de reformas sociales, pero sin modificar aún el sistema de juego político. La visión del caudillo blanco era, por el contrario, asegurar a todos los ciudadanos el voto seguro en elecciones limpias, es decir, consolidar un sistema verdaderamente democrático para luego preocuparse por el progreso industrial.
Estas dos visiones, presentadas de forma muy resumidas, van a enfrentarse en la guerra civil de 1904, siendo Batlle el vencedor de la contienda, por lo que su primera presidencia estuvo abocada a la consolidación del Uruguay como territorio, cerrando sus fronteras de intervenciones extranjeras, y haciendo de Montevideo la capital DE HECHO de todos los uruguayos. Con la muerte de Saravia, luego de la batalla de Masoller, el deseo de los blancos de conseguir sus objetivos se dispersaron y murieron con el último caudillo gaucho de la historia de la nación.”